febrero 19, 2006

Hijo de gato caza ratón; hijo de pillo sale bribón.

El niño Getulio se pone a jugar con la lámpara de diseño veneciano. El padre le ríe la gracia. La madre se muestra algo incómoda. No siempre se tienen dos mil euros para ser sofisticados.

- No cariño, eso no es para jugar. Toma tu Furby...

Getulio lanza el juguete lejos de sí. Ocho de sus doce horas despierto se ve obligado a compartirlas con el dichoso parlanchín, y afortunadamente las nocturnas no pues el maldito es capaz de responder incluso a su respiración. La lámpara promete nuevas sensaciones. Brilla, se balancea y, sobre todo, consigue sacar de la atonía a sus padres, que no le pierden de vista.

- ¡Cariño! Que NO TO - QUES LA LÁM – PA - RA...

Guau. Parece que mami también se está divirtiendo. Mira cómo participa...

- ¡Pepe!, por el amor de Dios, haz algo, dile algo a tu hijo...

La lámpara no resiste el bamboleo y cae sobre el suelo haciéndose añicos.

- ¡Mierda! - exclama entre dientes la mujer - ¿Qué te dije, Getu, es que no me has oído? - añade casi arrancando el brazo del niño.

- ¡No grites al crío, o creerá que ésa es la manera de resolver los problemas! ¡y menos digas palabrotas delante suyo! ¿quieres que parezca un camionero? - replica el padre.

Getulio está encantado. Cientos de finos cristalitos riegan el suelo y unos hilitos metálicos sacan chispas entre la confusión.

- ¡GETUUUUU!

El chico experimenta el primer gran calambre de su vida. 220 voltios sin anestesia. Papá está convencido de que ha sido una buena manera de aprender. Mamá cree que hay otras formas menos dolorosas y más baratas. Ambos cubren a su retoño de besos mientras acarician sus pelos encrespados. Huele a quemado.


Muchos padres tenemos diferentes opiniones sobre la manera de actuar en una situación equivalente. Posiblemente si nos proporcionaran un prontuario junto a algunas pastillitas que administrar al infante lo seguiríamos al pie de la letra. El peso de la responsabilidad es mucho y la culpabilidad ante cualquier fatalidad, puede crecer proporcionalmente a la individualidad de nuestra decisión.



¿Por dónde empezar? Tal vez con preguntas...

  • ¿Es la anorexia un problema de la educación de los padres sobre sus hijos? ¿lo es la obesidad?
  • ¿Son las palabrotas un reflejo del vocabulario paterno?
  • ¿Provoca la separación de los padres un daño permanente en el desarrollo como adultos de sus hijos?
  • ¿Quiénes fueron los benditos padres “ejemplares” que inauguraron la moda de las playstation y similares que tanto obsesiona a todos los hijos del planeta, si la mayoría de nosotros declaramos no sin cierto rubor que no sabemos ni encenderlas?
  • ¿Podemos convertir a nuestros hijos en grandes lectores, músicos o deportistas si nos ven devorar libros, aporrear a menudo el piano y empezar el día corriendo unos kilómetros?


Retrocedamos unos pasos ante lo obvio: lo físico. Hay padres tan expeditivos en sus correctivos con sus hijos que acaban rompiéndoles algún hueso, dejándoles cicatrices de por vida. Lesiones emocionales también las hay. Parece más normal, sin embargo, que los verdaderos golpes vengan después, que el cincel se encuentre puertas afuera... ¿ese carácter del que tanto alardeamos o al que tanto culpamos de nuestras desdichas ha sido moldeado, es responsabilidad de nuestros progenitores?


Para terminar de molestar, hay quien disfruta aterrorizando a los padres indicándoles que cada uno de sus pequeños gestos puede tener fatales consecuencias sobre la actitud de sus hijos. Hay quien dice que determinados comportamientos marginales de la adolescencia se deben al modo en que fueron educados cuando bebés... A ese respecto, el libro “Los Hijos Tiranos. El Síndrome del Emperador” del profesor Vicente Garrido arranca en su capítulo introductorio con una pregunta tranquilizadora: “¿Es cierto que la violencia de los hijos hacia los padres es, ante todo, un exponente de la ineptitud de los padres como educadores?”


Mejor no decir aún qué es lo que contesta...


"Antes de casarme tenía seis teorías sobre el modo de educar a los pequeños. Ahora tengo seis pequeños y ningún teoría."
Lord Rochester

2 Comments:

Blogger Fougère said...

¿Conoces un proyecto ducativo llamado SUMMERHILL?

3/3/06, 6:53 p.m.  
Blogger Fougère said...

Otra propuesta educativa: WALDEN DOS (a propósito de B.F. Skinner)

5/3/06, 7:47 p.m.  

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