¿Cómo educar a los educadores?
Hace ya cierto tiempo, prácticamente desde que nuestro amado DE entró en su primera guardería, que arrastramos una gran preocupación. La cuestión es la que encabeza el título, ¿cómo podemos nosotros, pobres y sufridos padres, educar a los maestros? Lo mejor y lo peor del caso, lo más terrible y maravilloso, es que estamos plenamente convencidos de que no se trata de un desvelo aislado, sino compartido con cualquier otra pareja de padres que tenga un mínimo interés por sus vástagos. Son demasiadas horas, demasiados días y noches dedicados a formar, a instruir, a cuidar, guiar, corregir, estimular, prevenir, indicar, ¡amar en definitiva!, a nuestros pequeños, para que nuestra labor sea infamemente destruida en una aula gris, habitáculo diseñado para alinear y alienar a los inocentes chicos, como si de un rebaño cualquiera de bestias se tratara.
En nuestro también obvio candor, supusimos que tendríamos alguna opción para enseñar a los profesores cómo debían tratar a nuestros niños. Qué frases mágicas deben emplear para que el angelito ni chille ni patalee o, al menos, no demasiado. Qué caramelo es el más indicado como estímulo para que se acabe la verdura o qué película emplear si se desea algo de silencio. Pero nada. Nos han preguntado por las vacunas, por si ya hace pipí o caca solo, pero no por nuestros mejores logros en su educación, por nuestras más ingeniosas estratagemas. ¿De qué manera se alecciona a los formadores? ¿Cuándo y dónde podremos explayarnos enseñándoles a poner “cara de chincheta” para que sepan tranquilizar a nuestro DE? Pese a la evidencia de esta necesidad, ningún amigo, ni familiar, ni compañero del trabajo, ni siquiera vecina ha sabido orientarnos al respecto.
El colmo ha sido la reciente convocatoria para que asistiéramos a una “Escuela de Padres”. ¡Horror! No sólo no hemos encontrado canal alguno para adiestrar a los profesores, sino que además pretenden lavarnos el cerebro, borrarnos lo aprendido, convertirnos a su fría ideología, eliminar cualquier vestigio de idea propia para implantarnos su doctrina.
Alertados, hemos vuelto a realizar algunas averiguaciones. En esta ocasión hemos querido garantizar un mínimo de resultados fiables, por lo que hemos acudido a Internet. Parece que eso de la escuela destinada a las mamás y algún papá despistado no es un error, ni una broma, ni una ocurrencia del colegio que nos ha tocado, sino una tremenda conspiración que salpica incluso al ministerio. A las pruebas me remito:
- La página web del Ministerio de Educación y Ciencia dispone de un espacio denominado “Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa” (CNICE) que incluye una “Escuela de Padres”, y que aborda aspectos como:
o ¿Qué hay sobre el fracaso escolar?
o ¿Para aprender hay que esforzarse?
o Educar en el uso del dinero
o ¿Ayuda Internet a la educación de nuestros hijos?
o ¿Tienen valores los hijos?
o Aprender a fracasar y a correr riesgos
o Consejos sobre el arte de pactar
o Cómo afrontar una pelea familiar
o El papel de los abuelos en la familia actual
o Lo positivo de pedir disculpas
o etc, etc…
y cincuenta mil aspectos más, todos ellos así de abstractos, pero sin mencionar ni un punto sobre los temas más reales, los realmente importantes, que nos inquietan a las madres y padres de carne y hueso, como por ejemplo la manera de preparar a los hijos para participar en OT o GH (¿cuándo empezar, qué academias son serias, existen exámenes? ¿cómo podemos ayudar los padres?
- CIENTO OCHENTA páginas de rollo de un documento denominado “Escuela de Padres”, editado por el Ayuntamiento de Madrid en el año 2000 que trata temas como “Importancia del entorno educativo familiar”, “Identificación de situaciones problemáticas”, “Recursos para afrontar problemas”, etcétera (en la línea del anterior discurso, podéis imaginaros el resto…)
- una sección dedicada por la “Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria” que incluye unas “aulas” muy ingeniosas (Alimentación, Afectividad, Enfermedad y Desarrollo), con más de lo mismo…
La fiebre se extiende dentro y fuera del país, con recursos gubernamentales o privados, en general enmascarados tras una supuesta labor social pero que presumo con algún oscuro fin manipulador… ¿a dónde nos quieren conducir?
- una versión virtual “Escuela Virtual de Madres y Padres de Extremadura”, “Esta Escuela tiene por tanto una doble vertiente, por un lado pretende facilitar a todas las madres y padres la difícil tarea de educar y por otro desarrollar en los participantes habilidades tecnológicas que le permitan introducirse con facilidad en la Sociedad de la Información”, tsk, tsk… ¿y dónde queda amaestrar a los maestros?
- también un foro, donde supuestamente intervienen madres y padres como tú o yo (¿seguro? ¿no serán “foreros” contratados para hacer el paripé? ¿qué extraño propósito debe haber para complicarse tanto semejante montaje?)
- desde la universidad de Illinois en Chicago…
- desde la Universidad de Cayetano Heredia en Perú, “Existen muchas formas de definir a la "Escuela de padres", sin embargo en todas las definiciones nos acercamos a la idea de que se constituye en un espacio de diálogo, discusión e intercambio de experiencias que, a través de un análisis guiado, permiten a los padres y madres apropiarse de herramientas para afrontar los retos de la paternidad.”
- el portal “aula infantil”, donde incluyen artículos como por ejemplo “¿Los Videojuegos educan?”, “La televisión, escuela de violencia”, “Depresión en la niñez”…
- desde el “Centro de Desarrollo Infantil La Calera” en Puebla México, temas como: “Cómo desarrollar la inteligencia de tu hijo”, “El periodo de adaptación. Informe para los padres”, “El primer día de escuela”, “Pataletas y berrinches”,”Mentiras en los niños”, “Educar, no pegar”…
Amigas y amigos míos, no debemos dejarnos engañar. Si bien nosotros decidimos acudir a la Escuela de Padres y pensamos seguir haciéndolo, no abandonamos nuestro propósito. ¡Shhhhh!, les explicaré nuestro plan, que pueden copiar, plagiar o ignorar, pues está bajo licencia Creative Commons, como ya saben.
Nosotros hemos decidido hacerles creer que somos sus acólitos. Nos haremos los modositos. Guardaremos las formas y, cuando menos se lo esperen, ZASSSHHH, les endilgaremos nuestras más comprometidas preguntas… ¡a ver cómo consiguen salirse de la encerrona! ¡a ver cómo responden a nuestro reto de ponerles en un brete! Entonces, cuando demostremos su necesidad de aprendizaje, entonces será cuando crearemos “la Escuela de Maestros” (dada por los padres, claro está, je, je, je). Entonces será cuando produzcan “SuperMommy” o “SuperDaddy”, en lugar de esa “SuperNanny” que tan de punta me pone los pelos…
Mientras tanto, gracias al todo poderoso Internet, podemos intercambiarnos ideas, lanzarnos sugerencias, compartir esas fórmulas mágicas que empleamos para que nuestros príncipes sean muy buenos, buenos de verdad de las buenas, y así puedan conseguir en el futuro salir en la tele, hacerse famosos, permitirse todas esas excentricidades que estas “escuelas de padres” nos pretenden hacer erradicar...